miércoles, 25 de agosto de 2010

Larra, el Bicentenario y la Felicidad.


Publicado en Club de Lilith el 12 de agosto del 2010

El día de ayer se llevó a cabo un partido de futbol conmemorativo entre la selección de España y México, como de la serie de actividades registradas para celebrar el Bicentenario de la Independencia de México. El partido calificado de “simbólico” tuvo un marcador final de 1-1, es decir, favorable dentro de lo políticamente correcto. Se escuchan durante el partido y en las calles frases que aluden a la revancha por la Conquista o que ven con cierto coraje a la selección española. Lo cierto es que la Conquista sucedió en 1521 y justo celebramos 200 años de Independencia, en esos 200 años no ha sido posible asimilar el proceso de aculturación, como tampoco hemos obtenido un sincretismo cultural, pues no se ha apoyado eficientemente el rescate de las tradiciones indígenas las cuales desconocemos, no se les ha protegido y otorgado sus derechos, todo lo contrario se les ha marginado, entonces me pregunto ¿cuál es ese “coraje” que aún ebulle en algunos mexicanos? Y lo que es peor ¿qué tipo de educación hemos tenido estos años para no comprender la historia y asimilar lo que nos falta por construir como Nación?

Mariano José de Larra cuestiona a España y su imagen cuando publica el artículo “Las ventajas de las cosas a medio hacer” en La Revista Española el 16 de marzo de 1834, dicho artículo queda ad hoc a la situación actual mexicana. En dicho artículo Mariano José de Larra hace una analogía entre la frase “suele decirse que nadie tiene más edad que la que representa” con la imagen que España reflejaba en ese tiempo, es decir, ha vivido tantos cambios y conflictos políticos pero aparece en cada cambio “joven” como “si volviera a vivir”. Sin embargo pese a los cambios que ha sufrido su país éste no ha alcanzado la “felicidad”.

La felicidad, como se muestra en el artículo de Larra, es interpretada de forma diferente en cada cambio de temporada por ello no se logra establecer una idea de gobierno eficiente y trabajar en ella, porque todo se queda a medias, nada trasciende, así como los gobiernos cambian también sus mentiras acerca de esa “felicidad” .

Señalo algunos ejemplos, menciona Larra que en el Año 8 su Gobierno decía que la felicidad estaba a manos del “dispensador supremo de la dicha de los pueblos” (Napoleón), pero para el año 14 su Gobierno indicaba que sólo el “legítimo Rey con su legítima libertad” eran indispensables para alcanzar la felicidad. Los años y gobiernos cambian en España así como la idea de felicidad, llegamos al año 34 y la nación “abre los ojos por quinta vez” para entender que la felicidad sólo “puede depender de la representación nacional y que un gobierno absoluto no es la piedra filosofal”. Finalmente se ha descubierto que la felicidad manejada fue una mentira “bien trovada”(viejo proverbio que implica: si no es verdad está bien expresado) como lo es la frase del inicio: “nadie tiene más edad que la que representa”. España no era la chica lozana resurgiendo a cada cambio, había sufrido y experimentado cambios políticos, entonces: ¿dónde estaba entonces el aprendizaje? ¿Por qué no se hicieron las cosas bien desde un principio?¿Por qué no buscar la felicidad desde el año 8 y no hasta el 34?

En México podríamos cuestionarnos aquello que se preguntó Larra hace 176 años, casi nada, ¿Es México tan joven como quiere aparentar? Si observamos en retrospectiva, han transcurrido 200 años en los que tratamos de forjar una Nación libre y feliz, México ha experimentado diferentes cambios y de los mismos debimos aprender, no nos hizo felices un imperio y tampoco un dictador, resurgimos con el Cardenismo y nos mantenemos buscando la felicidad con la democracia. Sin embargo el gobierno nos sigue diciendo dónde se encuentra la felicidad pero esa felicidad es como menciona Larra: una mentira bien trovada, ahora seremos felices si combatimos el narcotráfico, por ejemplo.

Llego a una conclusión, obvia quizá, México a pesar de toda la experiencia que posee no ha despertado del todo. No logra ver en su totalidad que la importancia de la felicidad no se haya en un discurso que justifique los actos, sino que debemos buscar políticos que con hechos demuestre el porqué es representante de su pueblo. Creemos todavía en esas mentiras bien trovadas como “los peligros para la nación” pues sólo nos fijamos en los discursos. Y cuando buscamos un culpable, porque siempre debe existir alguno, dejamos que sea aquel estafador a quien creímos y no los crédulos que basaron su información en un dicho.

Seguimos gritando en alto nuestra celebración de Independencia y apenas hace 100 años se buscaba “tierra y libertad” ¿Qué nos dejó esa revolución? A 100 años descubrimos que la lucha no sólo se olvidó sino que no se cumplió la mayoría de los objetivos de esa lucha. La falta de seguimiento a las necesidades del pueblo y a las acciones que en su momento brindaron resultados reales ha sido nuestra forma de dejar las cosas a medias, supongo, al igual que lo menciona Larra en su artículo, dejamos esas cosas a medias porque de otra forma ya no tendríamos más por hacer (ironía absoluta). Por otra parte nos dejamos influir en nuestros actos como ciudadano por terceros, es decir, en el siglo XVIII y XIX la Iglesia influía en el pensamiento del pueblo ahora lo hacen lo medios de comunicación vendidos a los intereses de unos cuantos, nosotros en este quehacer a medias seguimos pasivamente lo que alguien más menciona sin corroborar si los hechos son congruentes con la supuesta “ideología” de los políticos.

Porque no importa la apariencia de un pueblo si no es capaz de reconocer en su historia los errores que lo han apartado de la felicidad. La felicidad tampoco depende de la acción del Gobierno como proveedor, es resultado deuna acción conjunta que requiere inflexibilidad al exigir honestidad en nuestros representantes basándonos al juzgarlos en sus actos. Además debemos entender que una Nación madura (felicidad) no es posible sin equidad de derechos y entendimiento de la otredad.

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