viernes, 30 de octubre de 2009

Cerezas.

Acercó suavemente los dedos hacia sus labios, era una cereza, la colocó en su boca y dijo: si hoy no tienes tiempo podemos jugar mañana. Apenas si podía sentir esos labios susurrando en su oído, apenas si sentía el rubor en las mejillas y el almíbar bañando su lengua...No se movió tan sólo cerró los ojos mientras el calor de esos labios tocaban la comisura de su boca, aliento tibio para su rubor interno.
Desde ese momento, no puedo dejar de pensar en las cerezas...

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