jueves, 11 de diciembre de 2008

César Vallejo, poema XXIII

César Vallejo hace de este poema la comunión de dos espacios, el primero espacio es el hogar donde se encuentran sus recuerdos, la madre proveedora y el alimento como la dualidad del espíritu y del cuerpo unificándose. El segundo espacio es el Mundo, donde César Vallejo se convierte en el Hombre y su madre es la madre universal.

Hostias que son el alimento de su niñez, simboliza la espiritualidad que se recibe de la madre, entrelaza ese significado con sus recuerdos:"la sala de arriba" convierte al poema en un momento íntimo

En la sala de arriba nos repartías
de mañana, de tarde, de dual estiba,
aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.

"Cáscaras de relojes" que sobran, implican que ese alimento espiritual que recibió de la madre han dejado una huella profunda en él y sobretodo, la construcción del hombre que se sobrepone al tiempo. Y César Vallejo carga de emotividad el poema al describir profundamente lo que mueve en él su recuerdo:

Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo
quedaría, en qué retoño capilar,
cierta migaja que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar.

Ese pan, la herencia de la madre querida, que se convierte en recuerdo le deja la sensación de "nudo en la garganta" la migaja que no quiere pasar, y esa reflexión pareciera a su vez una afirmación, el yo lírico sabe que todo su ser esta impregnado del alimento que la madre le brindó. Entonces evoca a la Madre, juega con las imágenes:

Hoy que hasta
tus puros huesos estarán harina
que no habrá en qué amasar
¡tierna dulcera de amor,
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tanto!
en las cerradas manos recién nacidas.

La harina y las cenizas de la madre, el pan y la leche materna, acentúa el hecho que desde recién nacido es la madre quien amorosamente provee su alimento.
Al final todas las evocaciones de César Vallejo se unen el pan inacabable es la metáfora con la cual se refiere al hecho de dar la vida, y dentro de ese regalo inigualable que ofrece la madre el hombre debe enfrentarse a la crueldad del mundo donde habita, el yo lírico como mencioné antes se convierte en el Hombre y esa mujer que proveedora es la Madre universal.

Tal la tierra oirá en tu silenciar,
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?

Uno de mis poemas favoritos de César Vallejo, emotivo, disfrutable.

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