jueves, 18 de noviembre de 2010

Lecciones de cronopios, primera parte.

-Nunca nos quisimos- le dijo besándola en el pelo.

-No hablés por mí -dijo La Maga cerrando los ojos-. Vos no podés saber si yo te quiero o no. Ni siquiera eso podés saber. “Rayuela” capítulo 20 Julio Cortázar


Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre.

Una historia triste, ¿no crees?”

Por falta de palabras” Haruki Murakami.


Y sucedió.

Entre las palabas corriendo de forma horizontal, encontré su nombre. Su imagen, similar a la mía por esas fechas me hizo sonreir. Saludos cotidianos. Preocupaciones superfluas. Hilos casi invisibles. Quizá despertar. Motivos casi insignificantes ¿irrelevantes? Pero al final motores de un algo que no puedo describir.

Las palabras como imanes irremediablemente logran tocarse. Tu nombre y mi nombre se entrecruzan en frases dispersas adquiriendo un significado sin implicar el signiicante. Te busco, la irrefrenable energia que recorre mis dedos deslizando pantallas como si fueran espejos hace casi imposible el detenerme. No estás. Me angustio. Lo asimilo. Decido escribir tu nombre y respondes con el mío.

Comienza el destino. Los números ahora juegan entre sí. Se dilatan en 7. Siete pasos de mí a ti. Un sólo día.

Las palabras ya mezcladas, vibrando y rebozantes de luz se intercambian. Te veo y me miras fijamente a través de ellas. La explosión de los sentidos nos trasnsporta a un punto en el que nos perdemos. Son tantas las ganas, tan nítido el sueño que extendemos la vida del reino del 1 y el 0. Ahora te toco.

Sucedió.

Deslicé mis manos por tu espalda. Un bisílabo, un guiño, ha encerrado completamente un beso embriagado de sabores.

A ratos este guiño se ha convertido en mis manos explorando delicadamente tu cuello. He sentido erizar mi piel por las mañanas de la misma formaque tus labios se humedecieron al responder a mis dedos con sólo unn bisílabo ¿encontraste la palabra?

Sucede entonces que el café se torna frío. Tu sombra o la mía, o ambas, deslizan sus ejes, transforman el camino.

Nos convertimos en opuestos.

Quizá por eso mis pensamientos corren hoy buscando tu memoria: café normal y descafeinado. Crepas o pay navideño. Las palabras en ese momento pesan. Decido levantarme para respirar. Bebes el último sorbo para que el sabor amargo no se convierta en pesadilla. Oscurece más y los caminos se alargan mientras descubro en tu aparato un sonido partcular. Sanz. La misma energía que antes cruzaba mi cuerpo ahora lo inunda. Contengo palabras, contengo lágrimas ¿cuándo le permitimos a las palabras convertirse en nosotros y crecer tanto? Nunca nos percatamos que al escribirlas los renglones eran paralelos y por tanto no se tocan.

Decido entonces alejarme con el recuerdo exacto mas es imposible. Labios frios cortan de tajo la respiración, nulifican el sentido y yo... me muevo.

Camino entonces entre luces hasta que elijo un taxi. Volteo y la metáfora que tanto habíamos discutido en la cena se convierte en realidad: estás enfrente esperando la luz en verde.

Abordo el taxi: “a la calle 27 por favor”.

Cierro los ojos y escucho los sonidos: tu auto y mi taxi arrancan para avanzar en direcciones diferentes. Pienso “al menos sucedió”,mientras el taxista fuma, The beatles suena en la radio e intento no contestar el celular.

Marina


4xo.

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