jueves, 24 de septiembre de 2009

No te voy a negar que a veces te recuerdo, y que muchas veces he detenido las manos para no escribirte como solía hacerlo, no quiero ver mis palabras robadas, no quiero saber que quizá ella en ese punto del mundo en el que coincide contigo también las lea.
No ha sido fácil aceptar que aun quedan huellas. Y precisamente hoy alguien lacera mi memoria con una melodía que sabe a lo que no me he atrevido a describir. Te he pensado.
Las horas que pasan, las personas que conozco también pasan, a veces creo que me obligo a sentir. Hoy sentí demasiado. Amor, coraje, ilusión, melancolía. Te impregnas en mis sentimientos y me confundes. ¿No sabías que busco otro nombre cuando leo mi pantalla? Muy probablemente si y quizá por ello es que no decides marcharte.
Recuerdo que alguna vez me dijiste que no te quitara la esperanza de verme algún día. Yo en cambio, ahora te pido que no me quites la esperanza de volver a sentir. Ya no quiero que cambies mi estado de ánimo de la forma en que lo haces. No quiero despertar y saber que estuviste ahí. Quiero descubrirle con todos los miedos que poseo, explorar su mirada y reconocer sus ojos no tu magia. Tocar sus manos, acostumbrarme a su cuerpo, olvidar el aroma de tu tabaco.
Hoy quiero que esto termine, que tu lucha por mantenerme cerca se agote, porque no me quieres cerca y porque no sé a quien quiero.
Libertad.
Tomaré ese autobús en lugar del avión, caminaré las calles de mi país sin pensar en tus fronteras pero lo más importante: desearé que esas manos construyan lo que tu y yo destruimos

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