martes, 22 de septiembre de 2009

Había descubierto ese "bultito" de pronto, entre el suave correr de su lengua por los molares, sensación dolorosamente juguetona que iba y venía en cada movimiento pero, ¿cuál era la causa?
Desmayado su cuerpo en ese sillón meditaba en la posible causa que su abuela, la sabia de la familia, le sugirió justo esa mañana: Te quedaste con antojo.
Era verdad, un antojo a ese sabor ni dulce ni salado al que si intentaba definir llevaba su nombre. Lúdico como caramelo de cajeta la imagen de su antojo convenía en erigirse frente a sus ojos acrecentando las ganas de posesión, ya de por sí irascibles, al grado de cerrar los ojos para no ver ni pensar. Sin embargo las conexiones neuronales son traicioneras si no ¿cómo lograría impedir ese aceleramiento cardíaco mientras visualizaba su rostro devorándole? ¡Era inaudito! Se sumergía en un cuerpo sobre el que no tenía gobierno.
En mala hora dejó que su cuerpo cooperara recorriendo con la yemas de sus dedos esos pechos pequeños apenas notorios bajo la camisa. ¿Los hombres se excitan si les tocan los pezones? Sonreía mientras su dedos convertían en prisioneros de guerra esas pobres víctimas que, indefensas, reaccionaban al suave masaje de su verdugo. Nunca obtuvo respuesta mas pudo sentir su mano grande y firme en la entrepierna tomando en cierta forma la revancha. Poco a poco seguir el ritmo de su aliento se convertía en un instinto, una necesidad ya no de oxígeno sino de su aroma.
¿Y el caramelo?¿Y el antojo? Hacía mucho que se repetía lo sobrevaluados que estaban los "preliminares" como divertidamente les llamaba sin embargo, en este momento casi podía sentir el correr de sus labios tibios erizando la piel de su cuello, de su torax... ¿por qué no podía detenerse? Sus dedos no se contenían, la imagen era tan perfecta, de alguna manera ese movimieno en su boca, ese correr tibio le evitada detenerse.
Un sobresalto le abrió los ojos, el celular vibraba, aunque no era lo único en la habitación capaz de llevar ese ritmo, el sillón la sofocaba, la televisión le aturdía... Y ¿si conseguía el número de su celular?
- Tengo antojo, gustas?

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